Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
El Grupo de los Trece como formación artística, la cual con el tiempo excede a sus 13 integrantes oficiales, combinó la dinámica de equipo de una empresa —de donde toma la técnica del brainstorming— con las de la terapia grupal psicoanalítica y las de las células políticas. Un antecedente internacional de este enfoque fue el Guerrilla Art Action Group (GAAG), fundado en 1969 por los artistas neoyorquinos Jon Hendricks y Jean Toche. La agrupación produjo acciones en espacios públicos que combinaban performance y teatro procurando atraer espectadores ajenos a la comunidad artística.
El inicio de la década de setenta marca un escenario de creciente conflictividad, fuertemente interpelado por el imperativo revolucionario. En este contexto, las discusiones acerca de la función del arte y del artista se vuelven cada vez más impregnadas de urgencia en la medida en que la radicalización política se acrecienta y la violencia se generaliza en el territorio argentino, en particular, y en la región como un todo.
Tras la participación de Juan Carlos Romero (1930–2017), artista grabador —en las muestras colectivas Arte de Sistemas (1971), Hacia un perfil del arte latinoamericano (1972) y Arte de Sistemas II (1972)—, en este documento se anuncia la apertura en abril de 1973 de Violencia. Se lo presenta como integrante del Grupo de los 13. Definida como una instalación gráfica, la obra de Romero ocupó los tres pisos de la sede y presentó un complejo montaje de textos sobre la violencia, tomados de distintas fuentes y períodos, e imágenes y titulares de la prensa, junto con carteles ubicados en las paredes y el piso de una de las salas, con la palabra “VIOLENCIA” impresa en grandes caracteres. Inaugurada pocas semanas antes de la asunción de Héctor J. Cámpora a la Presidencia de la República Argentina —cerrando así un ciclo de siete años de dictadura militar (Onganía-Levingston-Lanusse) y dieciocho de proscripción del peronismo—, la obra de Romero enfatizaba el protagonismo de la violencia como herramienta para la dominación, aunque también para la transformación social de los desposeídos.
Junto a la reproducción de una obra del artista, se presenta un texto de Gillo Dorfles (1910–2018) que, en clave semiológica y sociológica, señala los rasgos diferenciales del arte conceptual latinoamericano. La dirección del CAYC ya había dado la pauta al respecto: “No existe un arte de los países latinoamericanos, pero sí una problemática propia, consecuente con su situación revolucionaria” [Jorge Glusberg, GT-133 (doc. no. 1476312)]. El comentario del crítico italiano enfatiza ambos aspectos del éxito obtenido por los objetivos del Centro capitalino: por un lado, legitimar a los conceptualismos de la región —en su diametral diferencia respecto de los desarrollos del arte conceptual en Estados Unidos y la Europa occidental—, y, por otro, posicionar, a nivel mundial, a la institución como centro de visibilidad y proyección de las prácticas en América Latina.