Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
La voluntad de establecer lazos entre el arte de Latinoamérica y el del Europa del Este fue una parte fundamental, de algún modo politizada, de la estrategia de intercambio internacional planteada por el CAYC. De hecho, se promovía una “unión de fuerzas” entre escenas nacionales de países considerados tercermundistas, lo que a los ojos de Glusberg se traducía en un arte que participaba de la escena mundial a la vez que reflejaba problemáticas en común. La organización de esta exhibición de artistas con la colaboración de la Embajada de Polonia en la Argentina puede entenderse como una sólida apuesta por afianzar vínculos particularmente significativos en el contexto de la Guerra Fría, y del auge en América Latina de la difusión de la Teoría de la Dependencia, la cual explicaba la pobreza de esos países desde la opresión ejercida por las grandes potencias mundiales. Por otra parte, dentro del llamado Bloque Socialista, Polonia destacaba en la época por su cine experimental, así como por el diseño de carteles.
Con motivo de la inauguración de una exhibición de fotógrafos polacos en la sede del CAYC, el texto de Glusberg repasa el desarrollo de carácter experimental de ese medio en Polonia desde la segunda posguerra hasta esa década crítica del Tratado de Varsovia con la propia invasión de Checoeslovaquia (1968). Se destaca la colaboración entre artistas y científicos como origen de una emancipación de la fotografía del naturalismo y su conversión en prácticas más actualizadas (vía publicidad) tales como el fotorreportaje; o bien el alejamiento del pictorialismo, particularmente el referido por el autor como “influencias nefastas del realismo socialista”. Por otra parte y en sintonía con una “fotografía de sistemas”, Glusberg postula dicha disciplina como “creadora de objetos ideológicos”, clasificando a las imágenes como “signos transparentes”, o sea, aquellos que reflejan el tema de forma evidente; y “signos opacos”, aquellos que expresan una idea de forma velada.