Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
Luis Fernando Benedit (1937-2011) fue un asiduo participante de las actividades del CAYC a partir de la creación del Centro. Desde 1968, el arquitecto y artista argentino produjo situaciones y hábitats artificiales en los que el espectador podía observar el comportamiento de plantas, insectos y pequeños animales. En sus laberintos, éstos eran confrontados ante diversos obstáculos que permitían establecer diferentes relaciones entre estímulos y reacciones. Hacia 1970, con el apoyo de Glusberg y la colaboración de un equipo de científicos, representó a la Argentina en la XXXV Biennale di Venezia, dedicada a los nexos entre arte y ciencia; diseñó el Biotrón, un hábitat artificial para abejas. Ese mismo año, expuso en De la figuración al arte de sistemas (doc. no. 761141) donde presentó distintos habitáculos ilustrativos ya del arte de sistemas que comenzaba a promover el CAYC. El estudio de las conductas de vegetales y/o animales será el eje de las obras de Benedit durante esos años y para los cuales toma elementos de distintas disciplinas en auge en esa época: la teoría de la comunicación, el estructuralismo y la cibernética. Sus hábitats y laberintos artísticos funcionan así como “modelos reducidos”, característica que el antropólogo Claude Levi- Strauss aplica al arte: el ser un modelo reducido del mundo. Fitotrón (1972) y Laberinto para ratas blancas (1971) —presentadas entre noviembre y diciembre de 1972 en el MoMA— forman parte de los habitáculos a gran escala para organismos vivos a través de los cuales se amplía significativamente la dialéctica real/artificial. Entre la multiplicidad de interpretaciones que admiten ambas obras, resuena la necesidad de crear sistemas sociales alternativos.
Benedit trabajaba con la “desmaterialización”, concepto que circulaba en aquel momento en el ámbito local, en el Manifiesto del arte de los medios (Costa, Escari, Jacoby, 1966); el pensamiento de Oscar Masotta en Happenings (1967) y en Conciencia y Estructura (1968); y “The Dematerialization of Art” (1968) de Lucy Lippard y R. Chandler en el plano internacional. Benedit continúa su experimentación dedálica, ahora con su Laberinto invisible.
En referencia a Benedit dentro del Grupo de los Trece, consultar GT-255 (doc. no. 1476447).