El crítico y académico argentino Damián Bayón publica este artículo crítico sobre la exposición que organizó, junto a los críticos Jacques Leenhardt de Francia y Roberto Pontual de Brasil en la Maison de L’Amérique Latine (París). Frente a la máquina expuso un amplio conjunto de artistas de Sudamérica en torno a diversas categorías, dependiendo de la relación que mantenían con la noción misma de “máquina”, si no siempre con el objeto como tal. A su juicio, mantenían una relación si no ingenua con la máquina, hacían un uso literal de ella. En esta categoría incluía a los cinéticos venezolanos Jesús Soto y Carlos Cruz-Diez quienes en muchas obras emplean “la máquina”, como tal al motorizar elementos articulados. Incluyó allí a “los ópticos” argentinos: Julio Le Parc, Marta Boto y Vardánega. Aborda máquinas que llama de segunda potencia, “máquinas contestatarias” (que según Pontual se ríen del “maquinismo” valiéndose de los propios medios de la máquina). Incluye al peruano Fabián Sánchez quien construye curiosos insectos con máquinas de coser desarmadas y reensambladas, además del argentino Vanarsky, quien emplea los mecanismos lentos de Paul Bury para construir una especie de naturalezas muertas. Bajo esta categoría de influencia —ya sea benéfica o bien perniciosa— de la máquina, se agrega al chileno Matta con sus ficciones científicas, así como figuraciones plenas del uruguayo Gamarra, la más comprometida desde el punto de vista político. Continúa con una categoría donde la máquina brilla por su ausencia, representada por los brasileños Krajberg y Piza, amén de los Madi argentinos y la chilena Marta Colvin.
Se hace una autocrítica del trabajo realizado por los organizadores: los artistas seleccionados eran todos mayores de 45 años y porque no había ninguno de la América Central ni de México, aunque se señala que esta tendencia a operar con o contra la máquina se dio sobre todo en América del Sur. El artículo está construído en torno a una cierta aversión “antinorteamericana” ya que alcanzaron visibilidad en Europa (en Francia específicamente) porque lograron inscribirse en la estela dejada por la Revolución Cubana y el inmenso entusiasmo que generó en los medios intelectuales de izquierda.