Esta nota anónima de prensa estuvo acompañada por un retrato del artista. Informa el otorgamiento del Premio Nacional de Artes Plásticas a Carlos Cruz-Diez. Reconocimiento que, sin duda, llegaba con atraso, dada la visibilidad nacional e internacional alcanzada desde la década anterior. La razón se debía a varios factores: la molestia causada en el público y en los medios artísticos, dominados por una pintura típica de la primera mitad del siglo XX): tanto el paisajismo como la figuración fuertemente influenciada por el surrealismo, el informalismo y teorías artísticas de izquierda; la posición tomada (a inicios de los años cincuenta desde París) por los jóvenes abstractos del movimiento venezolano Los Disidentes, quienes atacaron a sus profesores “paisajistas” en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas; la polémica sostenida por Alejandro Otero con el escritor de izquierda, Miguel Otero Silva, en torno a la pertinencia o no del arte abstracto en Venezuela y en América Latina; y, por último, que los sectores de izquierda (dominantes en el medio cultural venezolano) asociaban la abstracción geométrica a la dictadura militar del General Marcos Pérez Jiménez (1952-58), quien había apoyado ampliamente los proyectos de integración del arte a la arquitectura en la Universidad Central de Venezuela, bajo la dirección del arquitecto Carlos Raúl Villanueva (proyectos estos donde la abstracción-geométrica jugó un rol fundamental). Todo ello llevó a considerar a los artistas abstracto-geométricos como “artistas oficiales, primero de la dictadura, luego de los gobiernos democráticos. Añádase a esto, envidia generada en muchos artistas nacionales por el inmenso éxito internacional de Jesús Soto y Carlos Cruz-Diez, lo cual empeoró la situación nacional para ellos.
Si el jurado debió deliberar durante varias semanas, antes de otorgarle el premio, eso se debió a la presencia en el jurado de los dos artistas antes mencionados (compañeros de estudio de Carlos Cruz-Diez), quienes jamás alcanzaron una visibilidad siquiera cercana a la suya y alambicaron no poco rencor. No obstante, la visibilidad internacional de los cinéticos era ya tan amplia que difícilmente podía negársele la distinción venezolana del Premio Nacional.
La nota anuncia el cambio que se opera en el principal galardón que se les otorga a los artistas plásticos —anterior premio asignado por los Salones oficiales—, el cual, a partir de ese momento, adquiría una autonomía mayor, convirtiéndose en Premio Nacional. Se anuncia, además, que formando parte del compromiso adquirido por el gobierno ante la entrega del premio, al artista sería motivo de una muestra retrospectiva, publicándose, incluso, un estudio monográfico sobre su obra.