El reconocido crítico de arte venezolano (a lo largo de las décadas de setenta al noventa), Roberto Guevara, presenta en el artículo las características básicas de su enfoque crítico: juicios generales (con afirmaciones que refuerzan expectativas de lectores); escasa precisión en sus argumentaciones; y uso, casi siempre aproximativo, de los términos empleados. Aquí, Guevara afirma que los Colores aditivos que Cruz-Diez expone en la Galería Conkright (1971), alcanzan una “contundencia” que no tuvieron los elementos tridimensionales estáticos presentados en su individual de Caracas, dos años antes. Alcanza ahora capacidad expresiva directa, sin necesidad de recurrir a elementos mecánicos ni eléctricos de casos anteriores. No obstante, evita describir tales experiencias anteriores y sus objetivos plásticos, tampoco su funcionamiento y, menos aún, en qué radica “la contundencia” señalada.
En general, acierta cuando dice que los Colores aditivos, así como también las Inducciones cromáticas, logran los objetivos plásticos propuestos: aparición óptica de colores que no existen como pigmentos sobre el soporte de manera directa. En otras palabras, sin el recurso hacia elementos móviles, manipulables o movidos por medio de motores eléctricos, lo cual aumenta los efectos sin acentuar la aparición de gamas emergentes. La descripción de los Colores aditivos es, sin embargo, superficial; señala incomprensión de lo que Cruz-Diez persigue. Guevara describe “la lluvia de intermitencias visuales” que provoca la contemplación de sus obras aunque sin hacer referencia al objetivo: aparición óptica de gamas cromáticas ajenas a pigmentos aplicados en la obra.
Esta constatación hubiera podido explicar por qué tales Colores aditivos eran más contundentes que las experiencias anteriores. Hubiera podido dar ejemplos concretos de esas “implicaciones todavía más importantes” que anuncia. En suma, pueden surgir en sus espectadores preguntas fundamentales sobre la realidad observada: ¿Son estos colores emergentes tan reales como los pigmentos? ¿Se trata de aspectos sustanciales de lo real, o son simplemente ilusiones ópticas?