En este artículo, el autor (crítico de The Times identificado posteriormente como Guy Brett) reseña la retrospectiva de Carlos Cruz-Diez en la galería Signals (Londres, octubre de 1965) bajo la dirección de Paul Keeler y el editor David Medalla. Tiene relevancia por tratarse de las primeras lecturas europeas de su producción y una de las pocas donde se subrayan los factores que la unen tanto a tradiciones culturales de Venezuela como aquellos que la hacen relevante para la cultura moderna occidental. En la época, Cruz-Diez estaba interesado en hacer una obra “universal” e idealmente desligada de cualquier tradición local o americanista. Interesa resaltar que sea un crítico inglés el que señale una constante en la pintura venezolana (una ordenada y fina claridad) que a su juicio se detecta desde tiempos coloniales y continúa viva en la pintura de Otero, Soto y Cruz-Diez. Considera que este último consigue alejarse del uso temerario de efectos que perturban el ojo —conocidos como “retinalidad”— en la mayoría de los pintores ópticos, al lograr atmósferas cromáticas complejas y delicadas a la vez, comparables con los ritmos elusivos de la música venezolana.
Tras este intento por señalar la presencia de una constante nacional en sus obras, el autor señala que la retrospectiva cubre diez años; esto es, desde sus primeros ensayos ópticos de finales de los años cincuenta, hasta sus Fisicromías, explicando su funcionamiento gracias al desplazamiento del espectador. Aborda tales obras desde una perspectiva que sí debió interesarle a Cruz-Diez, puesta en paralelo con las transformaciones ocurridas en la arquitectura, la escultura y las ciencias físicas de entonces. Lo que ocurre con el color en la pintura moderna se iguala a lo que sucede con la masa en arquitectura, escultura y física donde los nexos superan la masa inerte. Liberado de las exigencias representativas en la pintura moderna, el color podía finalmente ser empleado en toda su pureza y antes que referirla a la imagen del mundo exterior; trátase de un sistema de fuerzas ópticas en equilibrio.
El artículo de The Times afirma que ese proceso de liberación cromática, iniciado con el impresionismo, da un paso adelante en el caso de Cruz-Diez: en su trabajo el movimiento del espectador hacer variar las relaciones de color al interior de una misma pintura. Es posible observar cómo entre dos círculos coloreados puede aparecer un tercero (incierto y escurridizo) como si se tratara de una fase intermedia en la transformación de un color en el otro. En efecto, la acción de las bandas verticales que revelan u ocultan determinadas gamas de color producen, para el espectador, una acción en el tiempo y una mezcla cromática como no se la había visto antes.