Después de haber sentado las bases del vanguardismo como una actitud crítica y militante, anclada en el devenir histórico de cada época, en esta tercera entrega Mañach concretaba la relación entre el arte como generador de formas estéticas y significados, y el carácter particular de cada época. En este texto se refleja el pensamiento humanista de Mañach, quien rompía con una tradición de valorización del arte basada en la figura del artista que observa y reproduce la realidad, y cuya labor se entiende como una actividad superior, independiente y separada de la sociedad. Para una tradición que había emergido de las biografías de artistas que Giorgio Vasari escribiera durante el Renacimiento, dando lugar a la historia del arte, pensar el arte y el artista desde los contextos y tiempos históricos resultaba —en el contexto de Cuba— bastante provocador. Es precisamente en la relación entre el individuo y los diversos aspectos de la sociedad sobre la cual Mañach fundamenta los principios de la actividad creadora, el rol del artista y el sentido del arte.
[Para más sobre este tema, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos de Jorge Mañach: “Vanguardismo I” (doc. no. 1298695) y “Vanguardismo II: La fisionomía de las épocas” (doc. no. 1298747)].