El curador Rodrigo Quijano plantea que Tiempo detenido, la instalación del ceramista Carlos Runcie Tanaka, no solo ilustra un hecho traumático. Desde sus inicios, señala el autor, la obra estuvo ligada a la búsqueda de la propia identidad del artista, mezclando elementos peruanos, japoneses e ingleses. La costa peruana fue un lugar significativo para él y cuyo espacio se torna en elemento de investigación, a partir de una larga estadía en Japón como asistente del ceramista Tsukimura Masahiko. A finales de la década de los ochenta, realiza el paso de los objetos a su más compleja puesta en escena; es como si el artista les devolviera “el carácter ritual originario”. De esta manera crea un verdadero encuentro con una modernidad anhelada y reconocida, aunque reprimida y soterrada. En 1994, Runcie Tanaka realiza la muestra Desplazamientos, donde “el referente del vestigio deja de ser arqueológico”; nace con el hallazgo de un monumento al desembarco, en 1889, de la inmigración japonesa al Perú. En la instalación una multiplicidad de cangrejos hace eco simbólico de dicho desplazamiento. Este motivo llevó al artista a la elaboración de otro: un contingente de personajes en cerámica, ensimismados, de brazos cortos y pegados al cuerpo, que simulaban llevar algo entre las manos: “una culpa indefinida”. Sin embargo, la experiencia de quedar prisionero en la embajada de Japón en Lima (1996) cambió el destino de estas piezas. Reutilizadas, dieron lugar a la instalación Tiempo detenido, que forma parte hoy de la Colección Latinoamericana del Museum of Fine Arts, Houston, 2011.

Texto del escritor y crítico Rodrigo Quijano sobre la obra de Carlos Runcie Tanaka, ceramista peruano, a partir de su instalación Tiempo detenido, presentada en la I Bienal Iberoamericana de Lima (1997).

Carlos Runcie Tanaka es uno de los ceramistas peruanos más reconocidos en la actualidad. Estudió filosofía en el Perú, dedicándose luego a la cerámica logrando formarse profesionalmente en Brasil, Italia y Japón. Ahí, fue asistente de maestros ceramistas como Tsukimura Masahiko y Shimaoka Tatsuzo. Integró colectivas en el Perú y el extranjero, representando al país en diversas bienales: la IV y V Bienal de La Habana (1991 y 1994), la XLIX Bienal de Venecia (2001), la VIII Bienal de Cuenca (Ecuador), la V Bienal Barro de América (Caracas) y la XXVI Bienal de São Paulo (2004). Expone individualmente desde 1981 en Latinoamérica, Estados Unidos, Japón e Italia. En los últimos años, Runcie Tanaka ha sido profesor invitado en prestigiosas universidades de EE.UU. y Japón. Su obra está marcada por una profunda reflexión acerca de su identidad personal y por el cuestionamiento hacia los complejos sucesos políticos y sociales vividos en las últimas décadas en el Perú. Explora materiales y lenguajes, además de adoptar en su obra el formato de instalación.

Rodrigo Quijano, autor del presente texto, además de dedicarse a la creación y análisis literario, desde 1998 se desempeña como crítico y curador de arte contemporáneo peruano.

Según indica el autor al final del texto, fue escrito en 1999 “como parte de una comisión del propio artista” sin dejar de tomar en cuenta “puntos hilvanados entre la cultura, la historia y las artes locales”. Las claves y lecturas “son producto de una urgencia planteada por la vida social y política del país”. Todo ello aconteciendo entre las secuelas del conflicto armado interno que tuvo lugar principalmente frente a la guerrilla del Sendero Luminoso (1980–92), uno de los momentos más críticos del Perú contemporáneo, y el control represivo vivido bajo el período dictatorial iniciado por el gobierno de Alberto Fujimori a partir del golpe de estado del año 1992, y que se prolongó hasta su destitución en el 2000.