El poeta y artista plástico César Moro (Alfredo Quízpez Asín) regresó al Perú a fines de 1933, tras ocho años de residencia en París donde participó del movimiento surrealista. En mayo de 1935, Moro y la artista chilena María Valencia organizaron la primera exposición de ese género de América Latina (Sala Alcedo, Lima). La beligerancia de las obras despertó curiosidad y polémica entre el público por la radicalidad de su lenguaje, pese a la limitada cobertura de prensa, debida al rechazo de un medio conservador. Además, la capital peruana vivía la discusión política desatada por el asesinato de los esposos Miró Quesada Laos (propietarios del influyente diario El Comercio) ocurrido el mismo mes. Una de las escasas notas de importancia apareció en Cascabel, semanario de tendencia liberal dirigido por Federico More (con sus hermanos Ernesto y Carlos). Habían mantenido una actitud crítica frente al indigenismo imperante y promovieron algunas manifestaciones artísticas de avanzada; es probable, incluso, que hayan conocido a Moro en Europa (1926–28), donde entablaron contacto directo con las manifestaciones de vanguardia. El mismo año de la Exposición Surrealista, Ernesto dedicó una extensa nota sobre el trabajo de Moro en el Museo Artístico del Hospital Mental de la Magdalena (actual Víctor Larco Herrera), e incluyó los comentarios del poeta peruano en su campaña contra la labor desplegada por José Sabogal en la dirección de la ENBA. Un año después, la exposición individual de Moro fue reseñada en Cascabel por R. T. [iniciales posibles de Ricardo Tenaud, quien lo acompañó en la edición de la revista El uso de la palabra (1938)]. Sin embargo, la crítica más extensa es de Carlos Raygada, influyente crítico local y amigo del poeta desde la juventud. [Véase en el archivo digital ICAA de Raygada “Artistas de vanguardia: César Moro” (doc. no. 1146756)]. Pese a los comentarios anteriores, la propuesta plástica de Moro continuó siendo marginal en una escena artística dominada por la retórica nacionalista del indigenismo. Al igual que su compatriota César Vallejo, su postura política de izquierda lo llevó a organizar una campaña a favor de la Segunda República Española, la cual fue considerada subversiva por el gobierno del general Óscar Benavides. En 1938, aparecido el primer y único número de El uso de la palabra, Moro se autoexilió en México, donde ejerció un papel crucial en la organización de la Exposición Internacional del Surrealismo (1940).
[Para más información, consulte de Ricardo Tenaud “Exposición César Moro” (doc. no. 1293639)].