Texto que presenta la muestra individual de Bill Caro, pintor peruano, exhibida en la Galería de Arte Camino Brent (Lima, 1986), escrito por el propio artista. En él, subraya su filiación a la pintura realista o figurativa, afirmando que el uso de diversos métodos en ella ha contribuido al perfeccionamiento de este estilo; lo cual permite de manera gradual su ingreso a áreas del realismo, las cuales antes eran imposibles de ser registradas para fines pictóricos. Uno de los rasgos principales de la escena artística limeña en la década de setenta es el abandono de las vanguardias experimentales y el retorno a la figuración. Se consolidan, en esa época, tanto el surrealismo académico como el hiperrealismo, caracterizados por enfatizar la destreza técnica. Representante destacado de la segunda tendencia es el pintor peruano Bill Caro, quien realizó, en aquella década, varias series pictóricas cuyo leitmotiv era una poética del deterioro, ya sea a través de imágenes de las llamadas “barriadas limeñas”, o bien de cementerios de automóviles y/o edificaciones derruidas en el casco antiguo de la capital peruana. Construidos sobre la base de modelos fotográficos, algunos de estos cuadros incorporaban tratamientos monocromáticos y efectos de texturas para subrayar los efectos del paso del tiempo. En la década de los ochenta, Caro se mantuvo dentro de la tendencia hiperrealista, orientándola hacia un naturalismo más convencional y en línea con tradición flamenca del siglo XVII.