La revista uruguaya La Cruz del Sur, fundada en 1924 bajo la dirección del escritor Alberto Lasplaces (Montevideo, año 1, nº 1, 1924 – año 6, nº 33/34, 1931), surge en una época caracterizada por las publicaciones culturales en América Latina. Los correlatos locales fueron, además de la ya citada revista, La Pluma, Alfar (en su versión uruguaya), Cartel y Teseo, que en la década de 1920 observaron, de manera crítica, el desarrollo cultural del continente y de cada país con el mundo. El artículo “Uruguay Olímpico” posee una retórica eufórica y exaltada dedicada al triunfo, en 1924, de la selección uruguaya de fútbol en los VII Juegos Olímpicos de París. Fue el primer galardón de una serie de hazañas de repercusión mundial que se sucederían en el resto de la década —principalmente en los Juegos Olímpicos de 1928 (en Amsterdam) y en 1930 (con la realización de la primera Copa del Mundo en territorio nacional). En pleno período de consolidación democrática, Uruguay —país llamado más tarde “La Suiza de América”— logró ganar a todos los contendientes y alcanzó su primera medalla de oro olímpica. Considerando el valor simbólico que dicha hazaña encierra, se comprende que el resultado haya sido festejado con alcances mayores a lo deportivo. El artículo (anónimo) desliza el reconocimiento de la belleza corporal lograda bajo el trabajo y disciplina del deporte, reconociendo sus simientes en la antigua Grecia, y describe la alegría local en las calles y gestos populares, observando que bajo esos componentes culturales también habita el arte. La relación con la cultura griega no hace sino confirmar en el deporte las mismas bases de “lo clásico” que solía reivindicarse como referente de los análisis estéticos modernistas en el Montevideo de esa época. En el marco de una revista de “artes e ideas”, el artículo suma su participación eufórica por un deporte que se transforma y, posteriormente, se internaliza como “nativo”. Son valores que lo vinculan, de acuerdo con la euforia articulista, con otros productos culturales que los sectores intelectuales locales introducen en la corriente del “nativismo” y que era predominante en la década de 1920.