Hacia 1950, si bien algunos artistas —entre ellos, Carlos María Rhothfuss (1920–69), Carmelo Arden Quin (1913–2010), Antonio Llorens (1920–95), Rodolfo Uricchio (1919–2007), entre otros— ya estaban practicando un arte abstracto estableciendo vínculos estrechos con el grupo argentino Madí, el resto de los pintores uruguayos continuaba practicando fórmulas derivadas del posimpresionismo o, en el caso de los cultores del “realismo social”, una figuración tradicional. La otra excepción hacia lo abstracto era el TTG (Taller Torres García).
Si bien parece explicable, en 1950, la evaluación crítica de Fernando García Esteban (1917–82) sobre la situación general del arte local (percibido desde una visión eurocéntrica), resulta extraño que considere como adalides de la modernidad a cuatro pintores emergentes. Más aún, que ignore el campo de producción pictórica y de debate filosófico en torno a una teoría del arte moderno abierta por Joaquín Torres García, desde 1934. Este hecho confirma el rechazo de la crítica provinciana local a los aportes del maestro; además, abre un crédito para aquellos jóvenes artistas que buscaban un lenguaje propio en el escabroso abanico de opciones ofrecido por el proceso europeo, sin afiliarse a tendencias o grupos ya conformados en el ámbito rioplatense.
Miguel Ángel Pareja (1908–84) había estudiado pintura en Europa con Roger Bissière y, desde 1946, impartía cursos en la Escuela Nacional de Bellas Artes (fundada en 1943). Había centrado sus investigaciones en los problemas empíricos del color, en los efectos visuales de sus relaciones y combinaciones. Hacia finales de los cuarenta, practicaba una figuración geométricamente articulada y orientada, desde entonces, hacia un planteo más abstracto.
De los cuatro, Pareja había demostrado más sólido criterio en su breve trayectoria artística; sin embargo, la figura más carismática y de espíritu analítico era Hans Platschek (1923–2000), quien tuvo la iniciativa y llevó a la práctica esa exposición colectiva. Se radicó en Montevideo entre 1939 y 1953, viniendo al Uruguay debido a la persecución nazi y traía conocimiento directo de artistas europeos modernos, muchos de los cuales, en Montevideo, eran desconocidos. Admiraba la obra de Paul Klee, pero su pintura tuvo (en su período montevideano) fuerte inclinación hacia el expresionismo figurativo que colinda la abstracción. Su bonhomía y talante humorístico le permitieron ganar el aprecio de pintores uruguayos, los cuales recibieron de él, además, lecciones tanto en el ejercicio teórico del arte como en el análisis de obras y de situaciones locales. Inquietudes que le permitieron escribir interesantes artículos en la revista montevideana Clima (fundada en 1950) y en la célebre Ver y Estimar (fundada en 1948, en Buenos Aires) bajo la dirección de Jorge Romero Brest.
Oscar García Reino (1910–93) estudió pintura y escultura en el CBA, entre 1928 y 1932, ingresando luego a la ETAP (Escuela Taller de Artes Plásticas) de la capital uruguaya. Su viaje de estudios a Europa (Academie de Bruxelles) lo realizó hasta 1956. Vicente Martín (1911–98) concurrió en la década de treinta al CBA como discípulo de Guillermo Laborde. En 1950, recién llegaba de un viaje de estudios por Europa, donde tomó cursos de pintura, en París, con Othon Friesz en la Academie Grande Chaumière.