Jesualdo Sosa (1905–82) fue un prestigioso pedagogo con proyección latinoamericanista, por sus prácticas docentes de cuño crítico (trabajó varios años en Cuba), incluso por sus investigaciones en el área de la historia de la enseñanza en la región, desde principios del siglo XIX. En su círculo de amistades estuvieron Pablo Neruda, Rafael Alberti, David Alfaro Siqueiros y Nicolás Guillén; de la misma manera, tuvo un amplio círculo de allegados en el Uruguay, al frecuentar las tertulias de café que reunían artistas plásticos, periodistas, poetas y escritores, donde jamás ocultó su filiación política como miembro del Partido Comunista de Uruguay. En 1935 publicó Vida de un maestro, donde cuenta de sus experiencias de vanguardia en la escuela rural de Canteras del Riachuelo. En 1970, apareció su libro V. I. Lenin: acerca de la educación. La codificación de la nota a la que da lugar el informe contenido en este documento permite suponer que se trata de un pedido de informes del PCB (Partido Comunista Brasileño) a través de su similar uruguayo. Posee, por lo tanto, carácter netamente confidencial. Los artistas elegidos en esa ocasión para representar a Uruguay, en São Paulo, eran Juan Ventayol (1915–71), Manuel Espínola Gómez (1921–2003) y José Pedro Costigliolo (1902–85), a quienes Sosa considera unos artistas “pequeño-burgueses”. Todos ellos habían trazado, entonces, importante trayectoria en la pintura nacional y, al despuntar la década de los sesenta, se destacaban por sus distintas maneras de interpretar las influencias tanto del “arte-otro” español como del expresionismo-abstracto norteamericano. Los juicios del autor son predominantemente políticos, indagando antecedentes familiares y filiaciones personales respecto a los partidos políticos tradicionales del país, y valorando, en algún caso, simpatías hacia la Revolución cubana. Esta, de hecho, había producido una eufórica conmoción entre intelectuales y dentro de la alianza de clases que se gestaba entonces en Uruguay. No obstante, Sosa arriesga opiniones personales contrarias a las tendencias abstractas en el arte, sobre todo en el marco de su visión global del mercado artístico mundial y de las presuntas relaciones directas entre experimentos abstracto-concretos y los intereses del capitalismo trasnacional. A su juicio, “El movimiento artístico moderno mundial fomentado por los marchands” es el primer subtítulo de sus especulaciones en este informe. Ahí se refiere a un “arte extremista” (citando vocero de la Universidad de Birmingham) manipulado por invisibles actores internacionales que “confunden” a la opinión pública local acerca de los valores en el arte. Sosa señala a las bienales (São Paulo) como uno de los organismos “oficiosos” que prestan servicios a ese “arte internacional”. Además, es operado por los marchands y demás agentes del campo cultural. A lo largo del análisis hecho por Sosa, es notoria su filiación al arte figurativo de contenidos “realistas” (debido a la vigencia de “realismo socialista”) e incluso interpreta el poder adquirido por el “arte inocuo” abstracto como operación política dirigida desde los centros del capitalismo financiero internacional y operada por críticos locales (menciona al argentino Jorge Romero Brest). Incluye la obra de Joaquín Torres García, por su repentina cotización en los mercados internacionales, como instrumento usado por este “cuerpo invisible” de agentes propulsores del arte abstracto vía elementos anarquistas y trotskistas locales. Interesa su crítica a la actuación del cubano José Gómez Sicre como representante del “Superestado” en el que se habría convertido la Unión Panamericana desde Washington. Por otra parte, Sosa acusa al Grupo 8 uruguayo de tener un “doble juego”, al apoyar por un lado la Revolución cubana y, por otro, exponer sus obras abstractas en la Conferencia del CIES (Consejo Interamericano Económico y Social) realizada en Punta del Este (Uruguay). Después de hacer comentarios sobre procedimientos selectivos en las bienales (de Venecia o de São Paulo), Sosa se propone una caracterización intelectual, moral y política de cada uno de los miembros del jurado que decidió el envío uruguayo al evento bienal paulistano.