El análisis de Gabriel Peluffo Linari (n. 1946) se centra en las políticas culturales durante la dictadura de Gabriel Terra (1873–1942). Sin embargo, utilizando líneas de larga duración, considera que la influencia de las medidas adoptadas en esa época (1933–38) abarca un período más amplio, incluyendo el gobierno de Alfredo Baldomir (1938–43). Peluffo observa, dentro del mismo sector político del Partido Colorado, discursos diferentes pero convergentes, ya que el nuevo régimen pretendió reunificar a los colorados en torno a un liberalismo que beneficiaba, principalmente, a los sectores latifundistas y agroexportadores. El período configura uno de los momentos más complejos en la historia cultural de Uruguay en el siglo XX. El régimen se enfrenta —lejos de políticas de tipo conciliador como las practicadas en la década de 1920— a un fuerte debate de ideas: por un lado la oposición, antifascista e independiente, que se moviliza y genera nuevas agrupaciones [véase en el archivo digital ICAA “Bases A.I.A.P.E (Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores)” (doc. no. 1226697)]; por otro la presión de los sectores más conservadores que pretenden tomar las riendas de políticas culturales, generando sus propios reagrupamientos con carácter institucional [consulte “Decreto del P.E. que instituye la Comisión Nacional de Bellas Artes” (doc. no. 1186589)].
Dentro de este marco interno local, con ecos de las crecientes polarizaciones ideológicas a nivel mundial, las opciones de un gobierno vinculado a los sectores más conservadores de los partidos históricos del país ponen en funcionamiento la visión oficial de su valoración del arte y, a través de ella, su interpretación histórica y patrimonial donde no caben atisbos de cuestionamientos sociales. El análisis que este texto desarrolla se apoya en medidas concretas asumidas por el terrismo: la organización de exposiciones consagratorias —entre varias, la del pintor Juan Manuel Blanes (1830–1901)—, la creación del Salón Nacional y de una Comisión asesora para llevarlo a cabo, además de otras medidas. En franca oposición, y con muchos debates, la mayoría del colectivo artístico y cultural del Uruguay contragolpeó estas y otras decisiones estatales mediante la organización del Salón Independiente.
La pertinencia del artículo radica en que vuelve a ampliar el marco cronológico de reflexión; fue escrito casi cuatro años después de la finalización de la dictadura militar en Uruguay (1973–85), por lo cual se propone comparar los posibles parentescos entre ambos tipos de autoritarismo.