En 1960, al poeta concretista Décio Pignatari (1927-2012) se le asignó una reseña sobre la producción artística de su amigo Raúl Porto, expuesto como parte del Prêmio Leirner de ese año. Aprovechó la oportunidad para impregnar su crítica de lenguaje poético procurando describir diálogos conceptuales en la obra de Porto; esto es, se valió de paradojas para ilustrar el intercambio entre rigidez geométrica y efectos ópticos: “Raúl Porto se enfrascó en una lucha de precisión imprecisa”. De ese modo, el crítico cumplió un papel de importancia para el arte en sí al añadirle a la calidad de la obra el ser vista desde una disciplina artística diferente.
Desde joven, Raúl Porto (1936−99) mostró interés en la pintura y el diseño gráfico, en particular la creación ilustrativa que acompaña obra poética. Algunos de sus primeros trabajos ilustran los poemas de Alberto Amêndola Heinzl aparecidos en O Messidor, la publicación de la Academia Estudantina Panamericana de Campinas, en 1952. Interés renovado en 1957, con el diseño gráfico de “Minarete”, la página literaria del Jornal Correio Popular de Campinas. Tres años después, asume la dirección de “Minarete-experiência”, la página artístico-literaria del mismo diario. En esa época, Porto participa también de varias muestras, la Primera (1957) y la Segunda (1958) Exposição de arte contemporânea de Campinas entre otras. En esta última y acompañado del periodista y poeta Alberto Heinzl, los artistas participantes crearon el Grupo Vanguarda y publican en el Jornal do Centro de Ciências, Letras e Artes de Campinas el Manifiesto que reúne sus ideas. Siguiendo la tónica impuesta por el Manifesto ruptura, consideran que el arte del pasado es algo caduco y en peligro de extinción; no obstante, creen aún en su “renovación”. El Manifiesto sugiere, por lo tanto, que la renovación artística consta de un carácter progresivo. Porto fue “vocero” del Grupo Vanguarda y en 1959, organizó la muestra grupal bajo el título de Artistas de Campinas realizada en la Galeria de Arte das Folhas, São Paulo.