Estando en Montevideo, Joaquín Torres García no se cansó —sobre todo en los años treinta— de hacer conocer su aprecio por la obra de artistas como Vantongerloo, Mondrian (el más controvertido de ellos), Van Doesburg y también por el grupo de constructivistas rusos. En 1931, JTG había conocido a Vasarely en París, cuando éste realizaba gráfica publicitaria y su nombre llegó a resonar en algunas de sus conferencias montevideanas. El artículo anónimo “A propósito de Vasarely” —publicado por el TTG (Taller Torres García) en 1958, debido a la exposición del artista franco-húngaro en Montevideo, pudo haber sido escrito por Guido Castillo o por Guillermo Fernández. El texto deja entrever tales antecedentes de Vasarely en el grupo torresgarciano; sin embargo, más allá del respeto inicial, la nota critica su “ilusionismo espacial” y óptico, dejando en claro las distancias que lo separan. No solo de la prédica de JTG, sino de la obra de Mondrian, colocada por los seguidores del constructivismo en un nivel superior dentro de lo que en París se dio en llamar la “abstracción fría” o abstracción geométrica (JTG dedicó su libro Estructura a Piet Mondrian). El artículo subraya que el camino del Universalismo Constructivo no es el trompe l’œil de Vasarely ni tampoco lo es el grafismo anárquico del “tachismo”. El TTG reivindica, en cambio, el sentido humanista de la Gran Tradición y de un arte basado en principios universales y extratemporales.