En el año de 1926, en Buenos Aires, se realiza en la Asociación Amigos del Arte la Primera Exposición de Pintores Modernos, organizada en ocasión de la visita del célebre futurista italiano Filippo Tommaso Marinetti a esa ciudad. Aunque se trataba, de hecho, de una iniciativa del grupo Martín Fierro que había fracasado en la tentativa el año anterior. Dos años después, tiene lugar en la sede de dicha asociación artística el Primer Salón de Pintura Moderna Argentina (reuniendo a Horacio Butler, Héctor Basaldúa, Aquiles Badi, Lino Enea Spilimbergo y Antonio Berni). A partir de esa fecha se realizan varios Salones de Pintores y Escultores Modernos argentinos; hacia 1931, finalmente, se crea el Primer Grupo Argentino de Pintores Modernos con objeto de montar la muestra de Montevideo.
Si bien se desconoce de qué forma se hizo la selección de artistas y de obras. Llama la atención la ausencia del más divulgado de ellos, Emilio Petorutti, aunque se encuentra representado por una de sus discípulas más conspicuas, Dora Cifone, con una obra reminiscente del Novecento italiano. Debe tenerse en cuenta la presencia organizativa de Alfredo Guttero en los Salones de Pintores Modernos, antecedente que lleva a suponer que influyó en la selección del Primer Grupo Argentino de Pintores Modernos.
El interés de esta muestra radica en su carácter inédito en Uruguay. La variedad de estilos —dentro de un neorrealismo “mágico”— que presenta esta exposición contrastaba con la homogeneidad estilística de la llamada “Escuela Montevideana” (o “Escuela planista”) desarrollada en la capital uruguaya en los años veinte. Precisamente, la muestra del Primer Grupo Argentino de Pintores Modernos funcionó como “una devolución” de lo que había sido la primera exposición de la Escuela Montevideana en Buenos Aires. Esta había sido patrocinada por el Grupo Teseo (julio de 1927) en la Asociación Amigos del Arte de dicha ciudad.