Esta publicación marca el principio de los problemas enfrentados por uno los concursos más polémicos y accidentados de la década de 1970, convocado en tres ocasiones y en las tres anulados sus resultados. Aunque una cuarta edición premia al escultor académico Joaquín Ugarte y Ugarte (Arequipa, 1917–Lima 1984), su proyecto de representación ecuestre nunca llega a ubicarse en la Plaza de Armas. Esto debido a las críticas de quienes lo consideraban incongruente con el ambiente colonial de ese entorno o con el hecho que el suplicio del héroe incluyera un intento de descuartizamiento halando sus extremidades con cuatro caballos. Nunca llegó a cumplirse el Decreto Ley 18280 que creó este certamen con el objetivo de situar la figura del prócer indígena en dicho lugar. Recién en 1980 se erige el monumento en una plaza nueva especialmente creada para acoger la obra. La ley ordenaba además colocar un retrato de Túpac Amaru en todas las instituciones educativas, dando así motivo a la organización simultánea de un concurso pictórico, que también fue declarado desierto.
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, fue un curaca (cacique) de estirpe incaica que en 1780 lideró la más importante revuelta andina contra el imperio español. Relegado en la historiografía criolla tradicional, su figura fue asumida como emblema por el llamado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas durante su primer periodo 1968-1975), caracterizado por reformas socializantes y por su fuerte interés en la representación simbólica.