Cuando Cipriano Santiago Vitureira (1907–77) escribe este artículo, Pareja tenía conocimiento profundo de la obra de un gran número de artistas uruguayos y extranjeros. Fue discípulo del pintor Manuel Rosé (1882–1961); participó del Círculo de Bellas Artes de Montevideo, donde recibió clases de Guillermo Laborde (1886–1940) y, en escultura, de Germán Cabrera (1903–90). Había estado en Europa donde asistió a diversos talleres, especialmente al de Roger Bissière (1886–1964). Vitureira destaca la valentía de Pareja, su permanente actitud de propulsar estéticas renovadoras en Uruguay (un medio adverso a novedades), tratando de digerir pausadamente lenguajes plásticos contemporáneos y de aunarlos a una nueva sensibilidad social, de la que formaba parte localmente. Tales elementos, según el crítico, dotan a sus obras de un sentido emocional plástico: por su atención de síntesis estructural, su permanente reflexión en torno al color (que viene desde adentro); y a la expresión de sus figuras en búsqueda de simplicidad. Si bien Pareja había analizado el cubismo, los aspectos que señala Vitureira lo alejan de los presupuestos, fríos y cerebrales, de dicho ismo; en cambio es, para el crítico, “un primitivo”, aunque sin ingenuidad, por su capacidad plástica de expresión interior. Para Vitureira, la representación verdaderamente nacional debía contar con esos elementos considerados como organismos progresistas; a saber, estructura sincrética, color, expresión. Critica la incomprensión del medio local frente a tales proposiciones, adjudicándola a un presente estático, a un chauvinismo parcializado, que solo sabe festejar temáticas centradas en gauchos, negros o arrabaleros. Para Vitureira, bajo dicha actitud subyacen razones sociales: la comodidad fortísima, lujosa y pueril de las clases altas. Contraponiendo ese tipo de miradas complacientes, el crítico rescata al artista desde espacios imponderables; esto es, Pareja saborea el mundo, “es otra cosa”. Vincula y distingue su obra con otros pintores uruguayos de fuerte sensibilidad social; entre ellos, Carlos Prevosti y Carmelo Rivello, aunque advierte aspectos muy personales y difíciles de definir en la obra de Pareja.