En 1944, durante la apertura del Salón de Arte Extranjero en el Subterráneo Municipal de Montevideo (calle Agraciada y Avenida 18 de Julio), tuvo lugar el discurso del Presidente de la Comisión Municipal de Cultura, el dibujante Orestes Baroffio (1879−1963). El evento tuvo la particularidad de exponer obras de acervos privados, identificando y exaltando la labor de los primeros coleccionistas del país. A lo largo del discurso se enfatiza y se reitera la importancia pedagógica y educativa que la muestra ejercerá. Sin embargo, se menciona muy poco de los artistas expuestos: cómo el español Laureano Barrau (1863−1957), el italiano Antonio Mancini (1852−30), Giorgio de Chirico (1888−1978). El Salón Nacional de Bellas Artes se inaugura en 1937 y el autor considera esta ocasión como un vuelo por el mundo con posibilidad de comparar varias escuelas artísticas; subraya el haber ejemplos de obras de valor inaccesible para la mayoría y en su totalidad de procedencia europea. Época de reagrupamientos de artistas en agremiaciones de carácter independiente-y de crítica a gestiones artísticas oficiales; por lo tanto, la alocución de Baroffio parecería reforzar una postura de políticas culturales tradicionalmente paternalista e integradora por parte de los organismos públicos bajo el acicate de la concordia entre sectores sociales. Como presencia permanente a lo largo de los números de la revista, la mención a la Segunda Guerra Mundial, la liberación de París (25 de agosto de 1944) y la postura antifascista de los articulistas. Para Baroffio se trata de una muestra de excelencias plásticas creadas en un ámbito de respeto y admiración por Europa, ya que, desde Uruguay, se asiste con pesar a ese territorio idealizado, ahora incendiado por “fuerzas totalitarias” fascistas. Este tipo de exhibiciones no solo permitía el incentivo de la colaboración entre políticas estatales de cultura y coleccionismo privado de arte, sino que propiciaba la recuperación, en forma directa de una visión (aunque fragmentaria) del arte europeo, en tiempos que impedían viajes de artistas ni tampoco el intercambio de información entre ambos continentes.