El artículo “Hacia la plástica integral por medio de la Revolución”, de David Alfaro Siqueiros (1896–1974), se centra en el impacto producido por su llegada a Montevideo en febrero de 1933. El artista venía de Los Ángeles, California (1932), después de cumplir una prisión domiciliar en Taxco (1931). En abril viaja a Buenos Aires, dejándole a su mujer, Blanca Luz Brum (1905–85), junto a un grupo de intelectuales uruguayos, la tarea de fundar la C.T.I.U. (Confederación de Trabajadores Intelectuales de Uruguay), además de crear las condiciones para editar su órgano de prensa, Aportación, posteriormente denominado Movimiento. En el artículo, Siqueiros expone una visión histórica lineal —Antigüedad, Cristianismo, Edad Media, Época Burguesa y Futuro— de la plástica, encontrando en ese proceso sucesivos momentos de esplendor (arte como ritual de todo el colectivo social) así como de decadencia (arte introvertido e individualista). El mexicano ironiza sobre la pintura de caballete y la escultura “de banco giratorio”, afirmando que el carácter “funcional integral” de la plástica radica en su capacidad de captar a las grandes masas populares, es decir, captarlas para la consolidación del socialismo. Sostiene que uno de los mejores frutos de la revolución proletaria será el retorno a esta forma popular de la expresión artística, cuando la plástica es (al mismo tiempo) arquitectura, pintura y escultura funcionalmente integradas. En este aspecto considera el papel crucial de las nuevas tecnologías para dar lugar a esa conjunción monumental iniciada ya por el “bloque de pintores de Los Ángeles”, grupo del cual es cofundador. Esa unión entre pintura y escultura había sido desarrollada por él colectivamente, con el bloque californiano, con el desarrollo mural en Olvera Street que llevó el nombre de América Tropical (1932).