Este texto de Ariel Jiménez, crítico y curador de arte venezolano, contiene importantes observaciones sobre arte contemporáneo, valiosas y oportunas para su comprensión ya sea más allá del contexto venezolano, o bien de una exposición en particular. Afirma, que en el arte actual ya no se dan generalizaciones, ni tampoco existen escuelas o manifiestos posibles, como sucedía con los movimientos propios de las vanguardias artísticas desde principios del siglo XX hasta entrados los años setenta; las cuales se caracterizaban por su espíritu combatiente frente al momento histórico en el cual aparecieron. Por el contrario, para Jiménez, el arte de finales del siglo pretende comunicar ese malestar del hombre frente a la amenaza que suscita la capacidad de la Tierra para contener nuestras acciones y las posibilidades de la especie humana para subsistir en un mundo en el que existen enormes divergencias. Por un lado, un descontrolado crecimiento demográfico, y por el otro, un impresionante desarrollo centralizado de la tecnología que conlleva consigo cierta carga de temor y esperanza. De allí, que los artistas en la actualidad recurran frecuentemente al uso del cuerpo y reflexionen sobre el mismo y demás aspectos propios del individuo, para con ello interrogarse así sobre el destino humano y organizaciones sociales, presentes y futuras. Tal sería, a su juicio, el sentir que acompaña a las obras presentes durante esta edición del Premio Mendoza, donde el individuo cobra un papel protagónico, ya sea en relación con el cuerpo o bien con roles sociales impuestos por la sociedad.