Este ensayo sobre la obra del pintor venezolano Emerio Darío Lunar (1940–90) escrito por la curadora Lía Caraballo, ofrece una valiosa visión sobre el proceso creativo del pintor a lo largo de toda una vida dedicada a la producción artística. Esta exposición, realizada en el Museo de Arte de Coro (1991), no fue organizada con un fin retrospectivo, sino más con el propósito de fijar el año 1969 como el inicio del desarrollo de una propuesta de los conceptos a ser definidos partiéndose de obra de Lunar.
Ademes, el estudio de Caraballo es importante ya que se presenta la obra de Emerio Dario Lunar, vista a la luz de la obra de grandes maestros del arte universal: Giorgio De Chirico, El Bosco y Balthus; pintores que guardan en común una búsqueda interior que los identifica como artistas que han creado códigos en sus lenguajes, plasmando en sus pinturas la introyección de sus mundos profundos. A su vez, en el ensayo, hay un recorrido por la obra de Lunar destacando recreaciones de importantes obras de arte como la Mona Lisa y Leda (ambas de Leonardo Da Vinci) donde se percibe la influencia que tuvieron en el artista venezolano los grandes maestros del renacimiento.
Más aún, Caraballo destaca características de las pinturas de Lunar como aquellas figuras que se presentan con una pose establecida, mostrando una quietud asombrosa, además de una gran apariencia de melancolía. Con la exploración del espacio, Lunar construye asombrosos ámbitos, concebidos como estructuras de planos en perspectiva; los cuales más tarde serán inspiración e influencia en Venezuela de artistas como Julio Pacheco Rivas y Pancho Quilici. En las obras donde empieza a incluir objetos cotidianos, la crítica relaciona la obra de Lunar con el surrealismo de René Magritte. El tema de la mujer también fue desarrollado con sumo interés, manteniéndose inalterable a través de su proceso creativo.