Este ensayo del poeta y crítico de arte venezolano Roberto Guevara (1932–98) fue elaborado con motivo de la visita a Venezuela de la escultora venezolano-norteamericana, nacida en París, Marisol [Escobar] (1930?2016). Lo hace en el marco de su primera exposición individual en Venezuela, llevada a cabo en la Galería Estudio Actual de Caracas en 1973. Es un texto bastante atípico, ya que Guevara tenía la intención de entrevistar a Marisol, pero el carácter introvertido y peculiar de la artista lo llevó a abandonar esta idea “absurda” para más bien centrarse en redactar un ensayo sobre ella. En él, Guevara va más allá de los logros artísticos, enfocándose, más que en la artista, en el ser humano. Marisol no había expuesto antes en el país de sus padres, y las expectativas en torno a su llegada fueron enormes. El movimiento Pop en Norteamérica surgió con gran fuerza; así, el hecho de que una artista “venezolana” sea una de sus principales referentes no deja indiferente a la crítica.
Este ensayo es reflejo de ello. Guevara ha esperado con ansias su encuentro personal con la artista, pero tal vez se le nota cierta decepción al tener que lidiar con su personalidad hermética. No obstante, enlaza las diferentes cualidades de la obra escultórica de Marisol y muchas de sus ideas conceptuales son también analizadas a conciencia por Guevara; entre ellas, la “discontinuidad tolerada y provocada” y el abandono de una composición armoniosa de volúmenes y de formas. Para él, Marisol es artista “inclasificable” que desdeña desde los “clichés” hasta fórmulas comunes.