Artículo del periodista venezolano Alexander Mosquera sobre la participación de Henry Bermúdez (n. 1951) en la XLII Biennale di Venezia (1986). Ésta transformó las opiniones de los críticos con respecto al arte de Bermúdez, resaltando que su obra no solo había gustado, sino que además había causado gran interés por esa mezcla de culturas presentes en su obra, además, por las increíbles figuras antropomorfas plasmadas en su pintura. La crítica caracterizó la obra de Bermúdez como “muy latinoamericana” e impregnada de realismo mágico. Con su participación en la bienal italiana varias galerías europeas le ofrecieron la realización de exposiciones. A seguir, el artista expuso en Caracas en el espacio del Centro de Arte Euroamericano.
El interés del artículo radica en mencionar cómo se ha influenciado por la cultura mexicana la obra de Bermúdez, estableciendo, así, que su encuentro con las culturas azteca y tolteca marcó, a fierro, la evolución de su obra; dejaba atrás su primera etapa, caracterizada por delineados geométricos donde el claroscuro de blanco y negro eran protagonistas. El autor comenta que en la obra de Bermúdez el paso de la tinta china (trabajada con plumilla) al trabajo del óleo (en tonos cálidos) tornan notable la gran evolución en su trabajo creativo. El interés del artista en culturas antiguas va codificando su obra; enriqueciéndola, llenándola de paisajes atractivos donde confluyen dioses también inspirados en culturas antiguas.
Por otra parte, Mosquera menciona que el trabajo se caracteriza por la creación de nuevos mundos surgidos de la imaginación; en ellos, serpientes emplumadas, mujeres híbridas, selvas y pájaros constituyen un universo mítico donde se devela lo mágico y lo sensual de sus pinturas. El autor menciona que Bermúdez mantiene presente siempre el lugar de origen, Maracaibo: una ciudad mágica que se convierte en fuente de inspiración.