El texto que Víctor Guédez elabora sobre las esculturas cívicas del pintor y escultor venezolano Alejandro Otero (1921–90) destaca por sistematizar las inquietudes, problemáticas y soluciones enfrentadas por el artista. Más allá de brindar una mirada retrospectiva, el crítico despliega un ejercicio de análisis que torna visibles los recursos y las variables implícitas en el proyecto cívico-escultórico de Otero. En este sentido, resalta la comprensión por parte del artista tanto del movimiento como del espacio como realidades palpables, así como la noción y creación de un “ambiente” como precondición para la materialización de la obra. Tal como lo señala Guédez, el paisaje resulta una condición esencial, mientras que la interacción del entorno con la pieza apunta a una operatividad en el ámbito de la experiencia. De algún modo, Otero entreteje la noción de escultura in situ con una necesaria proyección social en el espacio de la ciudadanía.
La reflexión de Guédez ilumina los aportes de Otero en la reconfiguración del paisaje a través de la intervención cinética, al tiempo que propone categorías específicas para entender esa índole de planteamientos. Son categorías necesarias, por cuanto se alejan de la experiencia tradicional de escultura para configurar un campo expandido en el que intervienen no sólo los elementos de la naturaleza sino los propios espectadores. En este punto, Guédez rescata la noción de globalidad, un concepto reeditado en aquel momento específico del texto, gracias a los progresos habidos en la tecnología y sus posibilidades en andamiento.