En 1986, la GAN (Galería de Arte Nacional), en Caracas, organizaba una muestra individual de Pedro Tagliafico (n. 1944), luego de casi diez años de ausencia expositiva, durante los cuales se dio a conocer en los circuitos internacionales. En este punto, el crítico Roberto Guevara (1932–98) analiza la obra del artista de medios mixtos venezolano como manifestación representativa del arte del momento, sometido a la influencia definitiva de la primera mitad del siglo, pero en constante tensión hacia una voluntad creadora de nuevos lenguajes. La obra de Tagliafico, de acuerdo con el autor, revela la cualidad de “comienzo” de muchas iniciativas del arte reciente, distanciado de su propia tradición visual. El recorrido que traza Guevara por las sucesivas etapas del artista torna explícitas las influencias de los grandes movimientos del arte moderno, ya sea en la abstracción como en el informalismo, amén de su progresiva indagación en los recursos del arte povera y el minimalismo. De este modo, el proceso del artista metaforiza dinámicas propias al arte del siglo XX, poniendo en cuestión las categorías tradicionales sobre un lenguaje artístico “definitivo”. Otro de los aportes del texto es el de sintetizar las problemáticas de cada una de las etapas de Tagliafico, en especial su trabajo con la expresividad natural de los materiales y las ambientaciones de mínimos recursos.