La visión analítica del crítico venezolano Carlos Silva (1937–2002) sobre la obra del escultor Pedro Barreto (1935–2008) reinterpreta —partiendo desde categorías filosóficas (su área de especialidad) y estéticas— sus planteamientos plásticos. Para Silva, la inmanencia ha dominado su itinerario plástico desde sus inicios artísticos, determinando así sus búsquedas totémicas. A pesar de ello, Silva comprende que las categorías filosóficas que se establecen en esta obra no le son intrínsecas, ya que este siempre ha apelado a una escultura libre de alusiones simbólicas y metafísicas. De ese modo, el verdadero significado de su obra recae en la materia trabajada: la madera. A su juicio, la obra de Barreto está en permanente contacto con la naturaleza, y con mecanismos tales como la verticalidad y el ritmo morfológico, simples recursos para conferir una fisonomía sustantiva, o sea matérica. La presencia física y artística de la obra le basta para expresarse; por ello no acude a recursos extraplásticos. Dicho planteamiento ya había sido expresado anteriormente por Perán Erminy (no se incluye la referencia) y Silva lo recoge en su ensayo para dar validez a sus afirmaciones.
Para otro texto crítico sobre obra del artista, consulte de Pedro Briceño “Sin título [de aquellos ‘totemes contemporáneos’...]” (Texto del catálogo Pedro Barreto: 20 bronces,en el Museo de Bellas Artes de Caracas, 1966) [doc. no. 1162647].