Hacia 1986, el escultor venezolano José Jesús Moros (n. 1950) presenta su segunda muestra individual —la primera en Caracas (la anterior fue en Maracaibo)— por lo que este ensayo de María Elena Ramos (n. 1947) sirve para introducir su obra al público capitalino. La curadora descubre el particular doble uso que da Moros a una geometría plena de contrastes, la cual limita y “des-limita”, enmarca y desborda. Para Ramos “la línea” es esencial para las construcciones geométricas virtuales del artista; cumplen la función no solo de delimitar sino, también, de contener el espacio. Estas líneas trascienden la obra y se disparan hacia el espacio, agrediéndolo, hiriéndolo y perforándolo; asimismo, la autora considera que la complejidad de formas de Moros proporciona cierto barroquismo a la geometría, con todo lo paradójico que esto pueda parecer, ya que las formas dejan de ser geométricamente “puras”. A su juicio, otro rasgo determinante de la producción de Moros es que el volumen virtual sustituye la masa del volumen sólido. Esta concepción sobre los volúmenes virtuales cambió radicalmente, al optar años después por los volúmenes cerrados que contienen el espacio, en lugar de volúmenes abiertos que simplemente lo delimitan.
Este ensayo representa la primera etapa de la producción de Moros (abarcando desde principios de los ochenta hasta 1990), y se caracteriza por el dominio de la verticalidad, la irradiación de fuerzas al espacio, la predilección por la forma circular y la linealidad que sugiere la forma y el espacio. Su etapa posterior, presenta elementos diametralmente opuestos a los aquí mencionados. [Véase al respecto, en el archivo digital ICAA, de José María Salvador, “Sobre vectores y tensores: Del volumen finito a la infinitud del espacio” (doc. no. 1169332)].