Los temas previamente abordados por Marta Traba y sus contendores (en Venezuela, J. Guillent Pérez y el pintor Alejandro Otero) en la polémica sobre identidad del arte latinoamericano que se suscita en el país (1965), adquieren renovada vigencia conceptual en el prólogo escrito por la curadora Julieta González (n. 1967), para el libro que aparece en el año 2000. González explica con claridad cuál era la significación de conceptos como “despersonalización”, “mimetismo” o “nihilismo” cuando éstos fueron polemizados en 1965. Con base teórica sólida, los presenta como ideas que prefiguraban lo que serán, años después, rasgos característicos de la posmodernidad. González llama la atención sobre una coyuntura entre modernidad y posmodernidad que se da, precisamente, a mediados de los años sesenta. A su juicio, la disociación entre objeto y concepto en la obra de arte (antes planteada por Marcel Duchamp en las artes visuales) se traduce aquí como una fragmentación del sujeto, sugiriendo, así, crisis de identidad. Destaca, además, que otro de los aspectos que toca Traba en sus artículos es la ausencia de originalidad o autenticidad en el arte latinoamericano (ella crítica al pop art, al arte conceptual o al cinetismo); al hacerlo se acerca “tangencialmente” a la identificación de otro síntoma característico de la posmodernidad: “la crítica de la autoría y de la originalidad basada en la supremacía de la copia”. Entre los aspectos importantes del prólogo estean temas tales como el multiculturalismo, la globalización, el melting pot del Tercer Mundo y Norteamérica, vislumbrados por Traba en 1965 como “pérdida de identidad peligrosa, repugnante, éticamente reprobable” y que, al contario, hoy significan la apertura ética hacia “el otro”.