El ensayo “El mono geográfico” de Gabriela Rangel Mantilla (n. 1965) forma parte de un grupo de cuatro textos fundamentales para el estudio de la vida y obra del artista italo-venezolano de Claudio Perna (1938 – 1997). Fueron publicados en 2004, siete años después del fallecimiento del artista. Esta producción crítica tardía sobre Perna se debe, en parte, a que a que su producción en técnicas variadas vinculadas a los medios de comunicación masivos, más que a las artes plásticas, influyó en que los críticos de su tiempo no sintiesen que contaban con elementos teóricos, históricos y estéticos, para analizarlo desde la perspectiva de las artes visuales. Se produjeran pocos textos críticos importantes en vida del artista. En agosto de 2004, la curadora e investigadora más dedicada la vida y obra de Perna, Zuleiva Vivas –promotora de la creación de Fundación Claudio Perna- organiza la primera gran exposición antológica del artista en la Galería de Arte Nacional de Caracas (“Arte Social. Claudio Perna). En el catálogo escriben, además de Vivas (“Intervención creativa en el contexto social”), tres de los críticos más reconocidos de arte contemporáneo en Venezuela: Luis Enrique Pérez Oramas (El Autocurriculum de Claudio Perna, escultura social y novela hiperrealista”); Julieta González (“Una historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna”) y Gabriela Rangel Mantilla, autora del presente ensayo. El ensayo de Gabriela Rangel, además de analizar las tesis fundamentales de Perna sobre arte, comunicación, geografía y ambiente, reflexiona sobre la teoría del arte conceptual. Rangel, además, sustenta sus ideas en los aportes de imporantes teóricos contemporáneos (críticos de arte, filósofosos, tóricos de la comunicación) como Lucy Lippard y Seth Siegelaub, entre otros, para informar sobre aspectos importantes del arte conceptual, como, por ejemplo, que se trata de una suerte de “antiestilo”; un tipo de arte “desterritorializado”, cuyo surgimiento fue simultáneo en todo el mundo, por lo tanto es el primer movimiento artístico que no tuvo centro geográfico; de allí la falsedad del paradigma de hegemonía geográfica de surgimiento del conceptualismo en Estados Unidos y Europa. Rangel aporta, entre otras, como tesis propia, que Perna recurre a la fotografía por su potencial comunicativo, democrático y abarcador de ese medio de reproducción espurio y a la vez conectivo por excelencia, que la fotografía y el amplio espectro psico-social que ella representa, muestra a la vez que oculta los logros de la modernidad y sus rotundos fracasos, la geografía humana y política que posibilita inventariar el imaginario de una nación.