En su ensayo, el profesor Enrique Viloria (n. 1950) estudia cronológicamente la obra escultor del venezolano Víctor Valera (n. 1927), sin partir de hechos coyunturales o etapas definidas, sino de lo que califica como “circunstancias emotivas”. Con un estilo literario bastante particular, Viloria intenta describir las virtudes de su obra escultórica y descartar cualquier rasgo de racionalidad a la hora de crear, colocando en su lugar la emotividad.
Para Viloria, cada uno de los períodos de una determinada propuesta plástica de Valera tiene su correspondiente analogía en un momento de énfasis emotivo. Por ello, la abstracción encuentra su equivalencia en la “conquista de la mismidad”, la figuración en la “resolución de la crisis”, la serialidad en “la emergencia de la sensualidad” y la expresividad en “la madurez de la emoción”. Aprovechando datos de una entrevista realizada cuatro años antes por María Luz Cárdenas en 1984, Viloria rescata la influencia y el choque que le produjo al escultor la polémica suscitada entre Alejandro Otero y Miguel Otero Silva (1957, ilustrada el las páginas de El Nacional) acerca de la validez (o no) de la abstracción versus la figuración. Tal polémica afectó su salud y estado anímico, a tal grado de importancia que los sentimientos en el carácter de Valera salen a flote. Las descripciones del autor invitan al espectador a adentrarse en su filosofía creativa, la cual se debate entre abstracción y figuración, manteniendo como características principales en la primera lo básico de las formas, lo fundamental de los vacíos y la elementabilidad de los espacios; en el caso de la segunda, el manejo de la serialidad y el barroquismo. Viloria se confiesa admirador de la obra de Valera, a su juicio, uno de los creadores de la escultura moderna y contemporánea en Venezuela.