El texto de la curadora María Elena Ramos aporta la visión panorámica (directora de museo-curadora) acerca de la obra del artista venezolano de origen dominicano Domingo Álvarez (n. 1935), cuya preocupación, como arquitecto y como docente, gira siempre en torno al espacio. Álvarez había trabajado como museógrafo, motivo por el cual reflexiona sobre el tema espacial como problema museológico. Para el momento en que escribe el texto, Ramos acababa de asumir la dirección del Museo de Bellas Artes. (Dicho sea de paso, es un edificio diseñado por Carlos Raúl Villanueva en dos momentos diferentes: los inicios y el final, el primero es clásico y el segundo, una ampliación, de corte brutalista). En 1991, cuando Ramos asume la dirección del MBA, únicamente se contaba con la ampliación (la segunda etapa del edificio); siendo que la parte más antigua se encontraba prestada a la GAN (Galería de Arte Nacional) desde 1976. Ante la realidad de un edificio dividido, la curadora se propuso una profunda reflexión “sobre el espacio”: un problema a todas luces complejo, como la propia estructura arquitectónica. Para ello reúne a dos artistas, al mencionado Álvarez y al artista venezolano Víctor Lucena (n. 1948) (véase “Víctor Lucena. El espacio en el objeto” [doc. no. 1161176]). En esencia, Ramos contrasta el trabajo artístico con planteamientos filosóficos que invitan a pensar sobre la arquitectura y sus funciones: la habitabilidad, el recorrido, la penetración del espacio, la “inexistencia” de lugares que aparentemente existen, la figura plana que se hace tridimensional, el tiempo y el espacio, entre otros temas.