En la reseña de Ras (Eduardo Robles Piquer), publicada en la Revista Nacional de Cultura, Caracas jul/ago/sep, 1969, se comenta los eventos culturales más relevantes del mes. Da inicio con dos exposiciones: Reticulárea de Gego, en el Museo de Bellas Artes de Caracas; y una muestra de ambientaciones de Carlos Cruz-Díez en la Galería Conkright, Caracas. En ambas exposiciones, dice Ras, tales artistas han desarrollado estructuras tridimensionales en ambientaciones plenas, logrando que el espectador se relacione con ambas propuestas penetrando “materialmente y físicamente” en ellas; viviendo, de ese modo, una experiencia creada por los artistas a través de la saturación de elementos. Ras define la Reticulárea como “una aparente red metálica, especie de tela de araña amplificada, construida con triángulos de alambre de distintos tamaños y texturas”. Las obras de Cruz-Díez, a su vez, son Fisicromías representantes de la síntesis cromática; Transcromías, en las que opera la transformación del color por interferencias; amén de Cámaras de cromosaturación, acondicionamientos del color y el ambiente. Por otra parte, Ras comenta que, en la Galería Estudio Actual en Caracas, estaban expuestas por aquellos días, obras de Jesús Rafael Soto. La parte final de la reseña la dedica a un recital encabezado por Enrique Batiz, joven pianista mexicano, en el Ateneo de Caracas y una presentación del Cuarteto de Cuerdas Galzio, agrupación original del estado Táchira.

Eduardo Robles Piquer, arquitecto, caricaturista y crítico de arte de nacionalidad española, conocido por el seudónimo de “Ras” (1910–1993), llegó a Caracas en 1957, después de estar en el exilio en México tras la caída de la Segunda República Española (1931–39). Durante más de treinta años fue colaborador del diario El Nacional, donde las caricaturas de Ras ilustraban su crónica de personajes de la serie Así lo vi yo. Su columna recoge el movimiento cultural de Venezuela, especialmente de Caracas durante una época de gran actividad de galerías y museos, y cobra valor al reseñar la apertura de Reticulárea, así como de las primeras obras ambientales de Cruz-Díez. Su columna señala la significación de obras y eventos que, con el correr de los años, serían de gran significación en la historia de las artes plásticas venezolanas; en el caso de Gego y Cruz-Díez, latinoamericanas e internacionales. El autor además da una idea de la calidad de las exposiciones que se montaban en Caracas por aquellos años, que nos permite apreciar las características y diferencias existentes entre los tres artistas mencionados.