En 1977, se realiza la primera gran retrospectiva de la artista venezolana de origen alemán Gego (Gertrud Goldschmidt, 1912–1994) en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Ya la artista, consolidada como una de las grandes creadoras del arte venezolano —desde 1969, cuando se abrió al público la Reticulárea en el Museo de Bellas Artes de Caracas—, tenía un conjunto de obras realizadas durante los años siguientes: series de Reticuláreas, Chorros, Esferas, las cuales merecían reconocimiento y una muestra de gran envergadura. Son creaciones que definen el lenguaje gueguiano como uno de los más originales y paradigmáticos, no sólo de Venezuela, sino de América Latina.
Más allá de la relevancia que pueda tener como crónica cultural y social que relata un evento de gran convocatoria, el artículo es revelador del gran reconocimiento y admiración expresados por intelectuales y artistas contemporáneos suyos, a pesar de que el gusto oficial y de cierta crítica de la época se orientara hacia el cinetismo y viera en estas obras otro aporte venezolano al arte internacional. El periodista no sólo comienza citando a Marta Traba, sino que reproduce los testimonios, aunque muy breves, de personas claves en el ámbito de las artes visuales y la literatura venezolana de ese momento; tales como la pintora y grabadora Luisa Palacios (La Nena), el escultor venezolano de origen holandés Cornelis Zitman y el escritor y poeta Oswaldo Trejo, además del crítico brasilero (que en ese momento visitaba Venezuela) Marc Berkowitz. El deseo que Sonia Sanoja le manifiesta al periodista se cumplirá, y presentará, el 9 de octubre de ese año, el espectáculo Coreogegos.
Es cierto que Gego fue prácticamente ignorada, como bien lo señala Traba, por otra perspectiva crítica; la representada por Alfredo Boulton, admirador y difusor de las obras de Jesús Rafael Soto, Carlos Cruz-Díez y Alejandro Otero. Esto es, la posición que critica Traba desde años antes, y que el periodista Luis Lozada Soucre cita al comienzo.