En 1978, el pintor, artista de medios mixtos y escenógrafo venezolano Manuel Mérida (n. 1939) mostraba en la Galería Graphic/CB2 de Caracas una innovadora serie de Manipulables: cajones de pequeño y mediano formato rellenos de aserrín; susceptibles de ser manipulados por el espectador para materializar una experiencia de movimiento real. La última muestra de Mérida se había dado en 1976, en el Museo de Bellas Artes de Caracas, donde mostró grandes telas arrugadas de carácter ambiental. El concepto de los Manipulables tuvo antecedentes a principios de la década, al presentar, por vez primera, una serie de cuadros-cajones llenos de arena que, gracias a un motor, giraban frente al público modificando el efecto expresivo de sus materiales. Entre los primeros y los últimos manipulables, es posible trazar su interés por lograr movimiento real; en primera instancia gracias a medios tecnológicos y, además, involucrando al espectador. De este modo, la noción de movimiento real entraña la propia experiencia e interacción directa con el material. De igual modo, este texto torna evidente la importancia de su etapa parisina, el contacto con el cinetismo venezolano (ahí radicado) y el énfasis en la capacidad del arte para reproducir fenómenos. Mérida resalta la “genealogía del experimento” así como la influencia de los itinerarios en su obra (fenómeno común a muchas corrientes artísticas del siglo XX).