El papel que desempeña Adrián Pujol (n. 1948) en la plástica nacional, desde 1975 hasta el momento de su Exposición Antológica, veinte años después, es el principal motivo de análisis para el crítico y curador venezolano Roberto Guevara (1932–98). El autor se vale de un lenguaje poético para revisar la trayectoria paisajística de Pujol y, expresamente, aclara que cada etapa en la que el pintor replantea su obra es síntoma de la visión inagotable con la que este aborda el paisaje. Utilizando otros medios y no sólo la pintura sino también el dibujo, la cerámica, el grabado, la escultura y la instalación, Pujol se propone resolver plásticamente problemas de tiempo, de memoria y de espacio, los cuales develan una marcada evolución en la investigación pictórica de Pujol. En opinión de Guevara, este proceso parte de la entereza con que Pujol trasforma (conceptual y sensiblemente) algo que ve de cerca (vía primeros planos fotorrealistas de gran formato), pasando así por los umbrales del laberinto y finalmente abriéndose a juicios más libres de la naturaleza, caracterizados por la emoción.
Este documento es una importante lectura de la obra neopaisajista de Pujol, al revisar las etapas de su trayectoria pictórica comprendida entre los años de 1975 y 1995. En el catálogo de la exposición homónima, el historiador, curador y crítico Axel Stein ofrece otra lectura de la obra del mismo artista con su ensayo “Pujol en el paisaje venezolano” [doc. no. 1157062]. Para otro ensayo crítico sobre la obra de Pujol escrito por Roberto Guevara, véase “Pujol y lo cotidiano desconocido” [doc. no. 1157449].