La reseña periodística de Maritza Jiménez sobre el libro-escultura Aguariacuar: la partida (Bogotá: Arte Dos Gráfico, 1994), con grabados de la artista venezolano-israelí Lihie Talmor (n. 1944) y poemas de Edda Armas, permite focalizar esta compleja propuesta artística de manera accesible para el público. Jiménez describe la motivación de Talmor y el objeto estudiado: las ruinas circulares de un convento franciscano en un pequeño poblado al este de Caracas. La periodista explica no sólo el enfoque a este problema hecho desde el grabado, sino también justifica la participación de la escritora, quien estuvo estrechamente vinculada a la región en su niñez. Se une ese texto de Armas con el trabajo visual de Talmor (no sólo con sus grabados), sino también con sus esculturas, las cuales, en muchos casos, rescatan un espacio interior (que conocemos como la memoria) partiendo, siempre, de la idea de “caja”. Jiménez escribe: “cuando se abre [el libro], hay una obra múltiple que se va desplegando a la manera de un acordeón. Del mismo modo que, en las imágenes, el poema se entrega íntegro inicialmente, para después irse fragmentando”. Con este libro-escultura Talmor representó, en 1994, a Venezuela en la Bienal de La Habana. Ese mismo año, ambas artistas participan nuevamente en la edición de otro libro: La creatividad del mal (Caracas: Edición de la Artista, 1994), que también fue de edición limitada.