En la entrevista que la periodista Miriam Delgado realiza con Gladys Meneses (1938?2014), destaca un nuevo enfoque en el trabajo de la grabadora, el cual la conduce a experimentar con las obras tridimensionales. En la época de la entrevista, Meneses había hecho experiencias con espacios tridimensionales, entre ellas, el mural para las minas de Naricual (madera plastificada y acero inoxidable grabado, 444 x 290 cm., 1974) que, desde 1986, se halla en el Museo de Bellas Artes (Caracas). Además, había explorado tales materiales en las obras con que participó en la Bienal de São Paulo (1989); Meneses recoge estas experiencias y establece conclusiones al respecto. Hay una necesidad de cambiar de escala, de abordar al espectador ya no desde la intimidad del papel, sino desde el espacio escultórico. Entiende que el grabado no se puede desvincular de sus orígenes: la imprenta y el papel. Y es posible añadir que allí radica la fortaleza (y la aparente debilidad) de la obra gráfica, representadas por la reproducibilidad de la imagen. Gracias a esta característica, la estampa es masiva, y a la vez no puede ser obra única. Es esta última condición la que impulsa a muchos grabadores a experimentar con las matrices (el metal o la madera), de manera que pasan de la bidimensionalidad a la tridimensionalidad.
Para una reseña sobre la obra de Meneses, consulte de F. Valladares “Gladys Meneses, Iván Torres” [doc. no. 1155685].