Este texto de la curadora y crítico venezolana Gabriela Rangel (1963) fue escrito para el catálogo de la exposición Aires (Sala Mendoza, Caracas, 1998), en la que la artista plástica venezolana Magdalena Fernández (1964) presentaba un conjunto de instalaciones que buscaban proyectar diferentes atmósferas en las salas de exhibición, en base a elementos naturales como el agua y el fuego, y mediante una plataforma tecnológica de videos, luces y transformadores.
El breve ensayo de Rangel busca ubicar la obra de Fernández como una forma de persistencia de la tradición de la abstracción geométrica en Venezuela; pero a su vez, resalta de manera importante que la obra de Fernández se distancia enormemente - justamente por ello - de la de sus contemporáneos, encontrando casi inconcebible la aparición de este tipo de propuestas para el momento. En efecto, si bien la obra de Fernández, responde a determinados postulados de la tradición abstracto geométrica y constructivista venezolana, también encierra propuestas de gran fuerza conceptual, acordes a las tendencias de su época. Por otra parte, Rangel resalta las principales particularidades de la estética de Fernández, especialmente la calidez sensorial y el lirismo de sus propuestas.
El catálogo de la exhibición tiene la particularidad de recoger las impresiones y opiniones de los espectadores de las obras, sean curadores y especialistas (como es el caso de este texto de Rangel) o del público general.