Este artículo de Javier Téllez (n. 1969), además de expresar su disentimiento con las ideas expuestas por otro artista, Eugenio Espinoza (n. 1950), en el artículo “Cubiculismo”, se destaca por documentar la reflexión histórica sobre los antecedentes y el desarrollo del género “instalación” en el arte moderno y contemporáneo. Al respecto, Téllez comenta obras y exposiciones de una serie de artistas y analiza brevemente el aporte de cada uno. En lo referente al contenido ético, estético y político de algunos conceptos y afirmaciones de Espinoza, su crítica es severa. Ubica su reacción —Espinoza era entonces uno de los máximos representantes del conceptualismo en Venezuela— como mera diatriba generacional incapaz de comprender a artistas más jóvenes. Lo sustenta con ejemplos semejantes a los ataques del crítico Robert Hudges contra los conceptuales a principios de los sesenta y, en Venezuela, la célebre polémica entre Miguel Otero Silva y Alejandro Otero en 1957. Para Téllez, la mirada de Espinoza es “formalista”, al afirmar que las instalaciones son “un ardid para evadir la responsabilidad de los problemas de la pintura y la escultura”, olvidándose que el género instalación replantea problemas de la representación que son inherentes a la historia de la pintura y la escultura. A su juicio, Espinoza habla de una recuperación de “la unidad” y “la construcción” de identidades nacionales que incluye un retorno al pasado; “características inconfundibles del idealismo filosófico propio de los sistemas totalitarios que en estos momentos parecieran pernear la escena política de nuestro país”.
Casi veinte años menor que Espinoza, Téllez se cuenta entre los artistas contemporáneos hoy reconocidos por acompañar su actividad creativa con una reflexión crítica bien fundamentada en la historia del arte y la cultura.