Este sucinto texto del reconocido historiador y crítico de arte venezolano Alfredo Boulton (1908–95) fue originalmente publicado en el catálogo de la muestra J. M. Cruxent, presentada en la Galería Champs Élysées de Caracas (1971). Posteriormente, se utilizó para la exposición Cruxent. Obras recientes de la Sala Mendoza (1973). Resulta muy significativo ya que, además de mostrar la visión de uno de los críticos de arte venezolano más importantes, tuvo una influencia notoria en los posteriores textos escritos sobre el artista (como el de María Luz Cárdenas, para el Museo de Arte de Coro, en 1992).
El ensayo se enfoca exclusivamente en la obra informalista del artista venezolano de origen catalán José María Cruxent (1911–2005), dejando de lado su experiencia “paracinética” de mediados de la década de los sesenta. Boulton compara la obra de Cruxent con la de otros creadores de tendencia informalista —entre ellos, Manuel Millares, Antoni Tàpies y Modesto Cuixart—, todos españoles, quienes recurrían al uso de similares elementos materiales. Uno de los aspectos más destacados por Boulton es la sensibilidad del artista, carácter que se ve reflejado en su obra de manera intensa. Por otra parte, enfatiza la violencia, manifestada tanto en la disposición cromática como en el “triple concepto” de “lo lineal, la materia y el color”. Para el autor, los elementos “fortuitos” utilizados por Cruxent en su obra tienen la misma validez que el óleo o la acuarela tradicionales. Boulton intenta descifrar el verdadero significado de “materia” en este caso; a su juicio, mucho más profundo que lo meramente estético. Es con ello que se va conformando su propio lenguaje hasta lograr expresar aquel mensaje emocional y sensible que Cruxent pretende.
Respecto a la obra de J. M. Cruxent, consulte su biografía establecida por María Luz Cárdenas en “El hombre que sabe leer la tierra” [doc. no. 1153744].