El escritor peruano Juan Ríos (Lima, 1914–91) denuncia el tono paradójicamente negativo del prólogo en una exposición homenaje, motivando no sólo un intercambio de opiniones con Juan Acha, sino además la tardía publicación de un comunicado por parte del IAC. Entre octubre y noviembre de 1961, el IAC realizó en Lima una exposición homenaje al pintor Sérvulo Gutiérrez. La muestra respondía a la sostenida labor del IAC por dinamizar y promover el arte moderno en el país. Constituía además una segunda retrospectiva de la institución (la primera fue dedicada al indigenista independiente Mario Urteaga). La muestra se explicaba tanto por el reciente fallecimiento de Gutiérrez cuanto por el papel destacado que su obra tuvo en el medio artístico a mediados del siglo veinte en el Perú; sobre todo en lo referente a su apuesta por una figuración moderna. Sin embargo, su tenaz rechazo a la abstracción careció de una formulación programática que diera protagonismo a sus intervenciones en las polémicas locales sobre el tema durante la década de los cincuenta. La muestra del IAC propició el balance de su trayectoria, en un contexto donde la abstracción era ya la lingua franca de la vanguardia atisbada en el país. Desde esta perspectiva, el prólogo al catálogo, escrito por Acha, hizo un balance ponderado de su propuesta, interpretado por algunos como contrario a Gutiérrez. Siendo consecuente con su “fe vanguardista”, Acha negó a la obra de este pintor la calidad de “creación artística”, encajando ese valor sólo bajo parámetros de la vanguardia internacional. Lo principal de su crítica apuntó a que el pintor carecía de la “mínima dosis mental” —pese a llegar a los límites de la figuración— para llegar a la abstracción. Uno de sus detractores, el escritor Juan Ríos, denunció el tono negativo del prólogo (tratándose de una exposición homenaje).