En 1994 el catedrático norteamericano Charles A. Riley II fue comisionado por Yoshii Gallery para presentar el catálogo de la exposición individual de Jaime Franco (n. 1963), en Nueva York. “A primera vista, las pizarras grises de Franco lo hacen parecer la antítesis de un colorista, pero en realidad es un maestro del color”, comenta él después de un primer contacto con la obra del artista colombiano. A seguir, enriqueció su perspectiva con una serie de encuentros y entrevistas entre ambos (http://www.jaimefranco.net/texts/articulo7a.html).
El catálogo anticipó el desarrollo del capítulo que Charles Riley dedicó a Jaime Franco en su libro Color Codes: Modern Theories of Color in Philosophy, Painting and Architecture, Literature, Music and Psychology y que es, sin duda, la ampliación de sus escritos anteriores. Lo interesante del texto es que sitúa a Franco dentro de la tradición moderna de la pintura y universaliza su obra al relacionarla directamente con la historia del arte norteamericano y europeo de finales del siglo XIX y XX.
Sin embargo, su experimentación con la escala de grises lo ubica en una tradición cromática que se remonta al impresionismo y le adjudica a Henri Matisse (1869–1954) la técnica de remover la pintura negra para dejar salir el color (Ventana Abierta, 1905) que utiliza Franco. Riley continúa nombrando poetas pictóricos del gris que aparecieron con la generación de los expresionistas abstractos como Franz Kline, Mark Tobey y Willem de Kooning para evidenciar su riqueza plástica, pese a que la física se hayan empeñado en definir al gris como la propia antítesis del color.
Posteriormente, Riley II nombra a Cy Twombly y a Jasper Johns quien especialmente demostró lo equívoco de pensar el gris como inanimado con su Rectángulo Gris (1957). Las superficies de Franco, tanto las que alguna vez fueron construidas con tonalidades de grises como aquellas que posteriormente fueron realizadas con color, son igualmente la evidencia de una pintura compleja.