Alejandro Obregón (1920−92), a pesar de haber nacido en Cataluña, es considerado uno de los primeros artistas modernos en Colombia que exploró la abstracción, consolidando un lenguaje plástico propio, como una reunión heterogénea de planteamientos visuales que encontró en el arte moderno europeo. Sus bases pictóricas parten del análisis constante de diversas propuestas de artistas modernos como Paul Cézanne y Pablo Picasso, incluso de pintores nacidos en Colombia como Ignacio Gómez Jaramillo (1910–70). Por otra parte, Obregón descubrió inspiración en las imágenes del país: desde los paisajes, hasta los sucesos políticos y las más cruentas exhibiciones de violencia. Gracias a sus viajes por Europa, a sus diversos empleos, a constantes disgustos con la Academia y a su aguda capacidad de observación, desarrolló una propuesta artística concisa e inspiradora.
Leslie Judd Portner fue colaboradora de la sección de entretenimiento en el Washington Post desde 1952 hasta 1959 aproximadamente. En esos años se dedicó a la divulgación de los eventos artísticos que ocurrían en la capital estadounidense. Además, reseñaba con frecuencia muestras presentadas en la Unión Panamericana, todas ellas bajo la organización del crítico cubano José Gómez Sicre (1916–91). Judd Portner escribió sobre algunos artistas mexicanos: José Clemente Orozco (1883–1949), la retrospectiva de Rufino Tamayo (1899–1991) y el éxito comercial y mercadológico de José Luis Cuevas (1934), entre otros.
Esta periodista comenta la exposición de Obregón y hace un análisis formal de algunas de las obras exhibidas. Incluso pone de manifiesto la proyección del pintor y su consolidación como figura imperante del arte colombiano en otros países. El mismo año de la publicación de este artículo (1955), el pintor representó a Colombia en la III Bienal de São Paulo, llegando a ser premiada su obra Mesa del Gólgota en la III Bienal de Madrid.