Entrevista realizada a Elena Izcue en París por Óscar Miró Quesada de la Guerra, periodista e intelectual peruano.
En la década de 1920 da inicio un movimiento moderno de recuperación de la estética precolombina; marca el desarrollo de la arqueología en el Perú y la búsqueda de fuentes de la identidad nacional propugnada, en esa época, por el indigenismo. Hay un interés de parte de artistas, investigadores e intelectuales en el uso de los motivos precolombinos para adaptarlos (en las artes decorativas y funcionales) a la vida contemporánea. La artista Elena Izcue fue decisiva en este movimiento. Alejada del grupo indigenista —dirigido por José Sabogal (1888–1956)— destacan sus obras de diseño textil y artes aplicadas que la vincularon con la industria de la moda de París y Nueva York. En 1927, gracias a una pensión por dos años que les concede el estado peruano, Elena y su hermana Victoria viajan a la capital francesa a consolidar sus estudios artísticos. En diversos talleres y fábricas logran una sólida carrera en el campo de las artes decorativas, por medio de telas impresas con diseños inspirados en el arte prehispánico; sus piezas fueron adquiridas por la prestigiosa Casa Worth, casas de modas y clientes particulares. En 1935 viajan a Nueva York y presentan —gracias a la filántropa Anne Morgan (1873–1952)— una exhibición de arte moderno de Elena y Victoria Izcue, con textiles y ceramios preincaicos en las galerías del edificio Fuller. Terminada la muestra, permanecieron en esta ciudad unos meses atendiendo pedidos para distintas firmas. A mediados de 1936, retornan a París y retoman el diseño de telas. Son convocadas para decorar el pabellón peruano en la Feria Internacional de Arte y Técnica de París (1937) con maquetas, fotografías y muestras industriales que daban una imagen moderna del Perú, así como obras de artistas contemporáneos; además, en el salón de honor, se exhibieron obras de las Izcue y piezas prehispánicas.
El autor del presente texto, Óscar Miró Quesada de la Guerra, fue un destacado escritor y polifacético intelectual peruano. Inicialmente se orientó hacia las disciplinas humanísticas y sociales, el derecho y la educación. A partir de 1927 hizo un viaje de estudios por Europa y a través del diario familiar El Comercio divulgó diversos temas, interesándose en los asuntos científicos más actualizados. Fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua, la Academia Nacional de Historia, la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Sociedad Geográfica de Lima y la Sociedad Peruana de Filosofía. Asimismo, fue miembro del directorio y posteriormente director general de El Comercio.
[Para más información, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Elena Izcue “El arte peruano en la escuela” (doc. no. 1146099); de Elvira García y García “Una artista peruana en París” (doc. no. 1144288); de Ventura García Calderón “Un loable esfuerzo por el arte incaico: Prólogo” (doc. no. 1144261); de Alberto J. Martínez “En el Museo Nacional: un ensayo de decoración estilo incaico” (doc. no. 1144009); de Rafael Larco Herrera “Las señoritas Izcue y el arte del antiguo Perú” (doc. no. 1143993); y de Manuel Solari Swayne “Manuel Piqueras Cotolí” (doc. no. 1141324)].