El texto en cuestión se atribuye a Gabriel Bracho, líder y fundador del grupo; en él se exalta una estética que busca la emancipación y educación del pueblo a través de contenidos estético-artísticos que son esencialmente políticos. El TAR (Taller de Arte Realista) tiene antecedentes en el llamado Grupo de Paracotos, cerca de Caracas, proveniente del poblado en el que pintan paisajes y distribuyen propaganda política entre sus habitantes. Su fundación, como “Taller de Arte Realista”, ocurre en 1958 y su existencia culmina una década después en 1969. Trátase de un epígono beligerante derivado del programa sostenido por el realismo social en Venezuela; entre sus afiliados se encuentran: Jorge Arteaga, Claudio Cedeño, Sócrates Escalona, José Domingo Márquez, José Antonio Dávila, Nicolás Piquer, Antonio Rodríguez Llamosa, Julio César Rovaina, Luis Domínguez Salazar. Contó, además, con miembros de la Escuela de Caracas: Rafael Ramón Gonzáles y el chileno Armando Lira, como paisajistas. Ciertos problemas fundamentales de El Taller de Arte Realista radican en que no supo ver que “la etapa criollista”, en el arte venezolano, ya había agotado su ciclo, siendo que la expresión estética “americanista” y “nacionalista” había madurado otras direcciones alrededor de los años cincuenta. Entre otros aspectos, la pintura de inspiración arqueológica, practicada por miembros del TLA (Taller Libre de Arte) de Caracas; el estilo de “las brujas” de Oswaldo Vigas; las selvas de Jacobo Borges, etcétera. Por otra parte, el Taller de Arte Realista acusa a las elites venezolanas de hacer incomprensible el arte al pueblo y de reservárselo, haciéndolo impenetrable, en un momento (1959) de franca apertura cultural y democrática con gran actividad en los museos, por lo que su mensaje se torna un tanto proselitista. En el ámbito internacional, algunos antecedentes a destacar, que podrían haber incidido en el clima de agitación y militancia del TAR, son varios grupos: Perceptualismo, en Buenos Aires; Pintores Sociales y Anteo, en Bolivia; Rectángulo, en Chile; O Clube dos Amigos da Gravura, en Porto Alegre, Brasil (influenciados por el Taller de Gráfica Popular de México desde los treinta); la apertura del Atelier Coletivo, en Recife, Brasil (influenciado también por las posturas ideológicas de los primeros muralistas mexicanos); todos ellos activos hacia 1950. Se puede mencionar, más aún, la creación del grupo Sake-ti, en Guatemala, que propugna un arte social (1943), y la proclama: El Manifiesto de los Artistas Independientes de Colombia a los Artistas de las Américas, que propone un arte americanista, independiente de Europa, con el fresco como soporte y medio de enseñanza para el pueblo (1944).