En este artículo del escritor Ernesto More (1897–1980) las alusiones explícitas son al Monumento a los Próceres y Precursores de la Independencia del Perú, obra del escultor académico Joaquín Ugarte y Ugarte (1917–84), erigido en Lima en 1971. Sus argumentos, sin embargo, se relacionan con el debate en torno al concurso nacional organizado, desde 1970, para erigir un monumento a José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II (1738–81), precursor indígena de la independencia, en la Plaza de Armas de Cuzco, donde fue ajusticiado. Túpac Amaru II, un curaca (cacique) de estirpe incaica, en 1780 lideró la más importante revuelta andina contra el imperio español. Relegado en la historiografía criolla tradicional, su figura fue asumida como emblema por el régimen militar de Juan Velasco Alvarado (1968–75), caracterizado por reformas socializantes y por su fuerte interés en la representación simbólica.
El certamen fue convocado en tres ocasiones y las tres anulados sus resultados. Aunque una cuarta edición premia precisamente a Ugarte y Ugarte, su proyecto de representación ecuestre nunca llega a ubicarse en la Plaza de Armas. Hubo críticas de quienes lo consideraban incongruente con el ámbito colonial de ese entorno y con su descuartizamiento, precisamente con caballos. Justamente la presencia de esos animales en el monumento de Lima motiva uno de los reclamos de More, quien además sugiere una analogía tácita con el mito de Inkari: el Inka-rey desmembrado por los españoles, también. Esta tradición oral —no mencionada por More— daría nombre en 1973 a uno de los festivales de arte más exitosos y masivos del llamado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas Peruanas [véase al respecto en el archivo digital ICAA: (sin autor) “Reintegración. Inkari: un reencuentro esperado” (doc. no. 1139039)].