Artículo del escritor y periodista peruano José Eulogio Garrido sobre la exposición de xilografías de José Sabogal en la Sala Alcedo (Lima, 1929).
José Eulogio Garrido (1888–1967) fue un reconocido escritor y periodista nacido en Huancabamba (Piura) que realizó una importante actividad intelectual en Trujillo. Fue redactor del diario La Industria de esta ciudad (desde 1910) y su director (1929–46). Formó parte del Grupo Norte junto a destacados jóvenes intelectuales y artistas del norte peruano como, entre ellos, Antenor Orrego (1892–1960), Alcides Spelucín (1895–1976), César Vallejo (1892–1938), Juan Espejo Asturrizaga (1895–1965), Macedonio de la Torre (1893–1981) y Víctor Raúl Haya de la Torre (1895–1979). Editó las revistas El Iris (1913) y Perú (1921–22) de Trujillo, y entre 1927 y 1929 colaboró en la revista Amauta de Lima, organizada por José Carlos Mariátegui. Posteriormente fue nombrado director del Museo Arqueológico de la Universidad Nacional de Trujillo (1949–63). Su obra literaria, bajo una evidente influencia de las propuestas indigenistas de la época, se dedicó a expresar su admiración por los paisajes y culturas septentrionales peruanos; resaltan sus crónicas publicadas en La Industria y sus libros Visiones de Chan Chan (1931); Carbunclos (1946); y El Ande (1929 y 1949), ilustrados por Camilo Blas y Sabogal. Fue un declarado admirador y amigo de este último como evidencia el presente texto, además de diversos artículos que publicó a lo largo de la década de 1920.
El indigenismo pictórico tuvo auge en el Perú entre las décadas de 1920 y 1940. Se inserta en un movimiento más amplio dentro de la sociedad peruana: la redefinición de la identidad nacional en función de componentes autóctonos. Si bien en determinados momentos estuvo abocado a la revaloración de “lo indígena” y de un pasado incaico, considerado glorioso, también asumió la defensa de una identidad mestiza como integración de “lo nativo” y “lo hispánico”. El principal ideólogo y líder indiscutido del indigenismo en las artes plásticas fue José Sabogal (1888–1956), para cuyo profundo sentido de “lo raigal” influyeron decisivamente las tendencias regionalistas en el arte de España (Ignacio Zuloaga [1870–1945], entre otros) y en la Argentina (Jorge Bermúdez [1883–1926], por mencionar uno); países en lo que Sabogal pasó largos años formativos. Al volver al Perú, a finales de 1918, se instaló en el Cusco, donde pintó cerca de cuarenta óleos sobre personajes y vistas de esta ciudad, luego exhibidos en Lima (1919). Tal exposición se considera como el inicio formal del indigenismo pictórico en el Perú. Su segunda muestra individual limeña fue en las salas del Casino Español (1921), y con ella consolidó su prestigio. En 1920, Sabogal se integró a la plana docente de la nueva Escuela Nacional de Bellas Artes hasta asumir su dirección (1932–43). Allí formó a un grupo de pintores que se adhieren al movimiento indigenista como Julia Codesido, Alicia Bustamante (1905–68), Teresa Carvallo (1895–1988), Enrique Camino Brent (1909–60) y Camilo Blas (1903–85).
En distintos momentos Sabogal volvió al Cusco como fuente nutricia para sus desarrollos pictóricos continuos. Hacia 1925, permaneció varios meses en esa ciudad, tomando apuntes para un conjunto renovado de obras significativas que solo mostró al público hasta 1928, año en que realiza dos importantes exposiciones fuera del Perú: una de trece xilografías en Montevideo, y otra en Buenos Aires con setenta y seis obras (entre óleos y grabados). En Lima se generó gran expectativa por la recepción obtenida en las dos ciudades del Río de la Plata, centros de gran prestigio cultural para América Latina, reproduciéndose artículos originalmente publicados en la prensa bonaerense. Ese interés queda de manifiesto en este y otros comentarios previos, donde se subraya la consagración local, esencializada en términos exaltadamente telúricos.